Todas las estructuras del Estado padecen la inestabilidad e inseguridad propia de los grandes movimientos de tierras. A día de hoy ni la Corona, ni el Tribunal Constitucional, ni el Poder Judicial, ni los partidos políticos, ni los sindicatos, ni las patronales, ni las Cortes, ni las comunidades autónomas, ni las diputaciones, ni muchos de nuestros ayuntamientos... pasarían con éxito la prueba del algodón. La “Marca España”, presentada a bombo y platillo como el gran manto protector de la imagen de nuestro país para mostrarse al mundo, es hoy sinónimo de decadencia, corrupción y fracaso.
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