Es evidente que el civismo, lejos de arraigar entre nosotros, se difumina y parece condenado a una simple anécdota. Es habitual encontrar argumentos para justificar determinados comportamientos tales como la falta de servicios públicos, la falta de papeleras, la ausencia de ceniceros… pero todos ellos son excusas de mal pagador. A este paso nuestras calles acabarán pareciendo más propias de la edad media que del siglo XXI.
Comentar este post