Como vivimos en la sociedad de la información, cualquier ciudadano, incluso aquellos que no suelen mostrar interés por las cuestiones socioeconómicas, está ampliamente informado de las razones de la crisis y de sus terribles consecuencias. Son tan tremendas y evidentes las dimensiones de la catástrofe que se cierne sobre la ciudadanía, que todo el mundo, como si de una obra de teatro se tratase, ha entendido el argumento.
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