Los concursos de belleza donde se corona como ganadoras a aquellas mujeres consideradas como las más guapas, hacen un flaco favor a la lucha por la igualdad real entre hombres y mujeres. Cada vez son menos las mujeres que se prestan a ser consideradas una vulgar mercancía y a ser tratadas como meros objetos decorativos en función de una "belleza" valorada por un jurado que considera el aspecto externo como uno de los escasos atributos de los que pueden presumir las mujeres.
Comentar este post