Si una de las razones para justificar el espionaje masivo fuera la prevención del terrorismo es posible que esto, por si solo, justificara ante la opinión pública la necesidad de colaboración de los servicios de inteligencia europeos con los norteamericanos. No hace falta ser ningún genio para prever que la connivencia entre unos y otros producirá inevitablemente la falta de control de una actividad que en numerosas ocasiones bordea el filo de la legalidad y que, llegados al final, nadie podrá explicar del todo su actuación en el proceso.
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