Vivimos unos momentos bastante complicados para el consumo. La crisis ha acabado por imponerse en las economías domésticas y ahora solamente se compra aquello que se estima realmente necesario, prescindiendo de artículos innecesarios y que antes, la mayoría de las veces, eran adquiridos motivados por el impulso consumista que rodeaba la liturgia de las temporadas de rebajas.
Comentar este post