En un modelo de sociedad de intereses cruzados es muy difícil que no haya connivencias en unos casos y fricción en otros, pero la diversidad de la oferta y la pluralidad informativa que conlleva deberían ser suficiente garantía de que siempre habrá un punto de vista diferente que garantice que no hay una posición dominante desde la que se puedan producir abusos excesivos. Pero cuando, de una manera u otra, todos participan de intereses comunes, la prensa pierde la dimensión de servicio público y termina siendo parte del problema.
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