A favor de las energías alternativas cuenta mucho el respeto por el medio ambiente, pero su excesivo coste de producción, en comparación con el del gas o el petróleo, hace que su utilización no termine de implantarse de forma generalizada. A fin de cuentas los cálculos más pesimistas estiman que nuestro planeta dispone todavía de reservas suficientes para continuar abasteciéndonos durante dos o tres generaciones más, por lo que, aunque nos pese, el futuro de las energías alternativas se presenta hoy tan negro como el petróleo al que deberían sustituir.
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