A pesar de que la Constitución atribuye multitud de funciones al Senado español, en la práctica quien tiene la sartén por el mango en materia legislativa es el Congreso. Aunque, en teoría, se trata de una cámara de representación territorial, el Senado no actúa como tal y los intentos que ha habido para ello han fracasado estrepitosamente porque los dos partidos hegemónicos nunca han creído en la necesidad de una cámara de estas características.
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