La desilusión y el desánimo se han instalado en nuestras vidas. Una ola de pesimismo generalizado invade nuestra sociedad y, en medio de esta debacle, los políticos (la mal llamada “clase política”) han pasado a convertirse en uno de problemas que más preocupan a los españoles. Lejos de percibirlos como leales servidores públicos, la ciudadanía tiende a considerar a los políticos como una lacra. Cada día más, son percibidos como un grupo de individuos que instalados en sus cómodas poltronas y acostumbrados a caminar, cansina y silenciosamente, sobre las mullidas alfombras de sus confortables despachos han perdido el contacto con la sociedad real.
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