Durante los últimos años, y como el mejor exponente de la prosperidad de la que disfrutaba nuestro país, se nos ha venido repitiendo hasta la saciedad que disponíamos de la generación de jóvenes mejor formados de la historia de España. Es cierto que gracias a las ingentes cantidades dinero dedicadas en las últimas décadas a la enseñanza pública, disponemos actualmente de una generación de jóvenes españoles con una excelente formación académica, preparados en todos los ámbitos imaginables y capacitados para dar respuesta a las necesidades nacionales e internacionales. Una generación políglota, con energías suficientes para afrontar cualquier reto y con actitudes receptivas a cualquier propuesta que se les plantee.
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