Hay comportamientos que aun sin ser delictivos delatan qué grado de honradez colectiva gozamos; aunque la palabra “amiguismo” ha quedado en desuso y sepultada por las cuentas en Suiza, pagos ilícitos, empresas fantasma, ONG con ánimo de lucro y un baile de sobresueldos secretos, es posible que haya que aprender desde cero cuál es el camino que debe recorrer el dinero desde que lo entregamos al Estado en forma de impuestos hasta que ese dinero se invierte en el bienestar ciudadano.
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