En una época donde priman los intereses individuales sobre los generales, donde el ser, el tener se configuran como valores en alza, el testimonio anónimo de muchas familias que han dado un paso al frente respondiendo solidariamente a la llamada de las autoridades responsables de velar por la infancia y participando en los programas de acogimiento familiar debe interrogarnos sobre si realmente estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance por hacer un mundo mejor.
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