El movimiento de los objetores de conciencia y los insumisos para acabar con el servicio militar obligatorio en España fue vivido por determinados estamentos como una afrenta por parte de una ciudadanía que empezaba a tomar conciencia de su verdadera fuerza en la nueva sociedad democrática. Algunos interpretaron esa movilización ciudadana como un peligro y una agresión sin precedentes, por lo que los resortes del poder establecido se afanaron en ocultarla y condenarla al olvido oficial.
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