El 22 de noviembre de 1963 el mundo se conmocionó con la noticia del brutal asesinato de John Fitzgerald Kennedy, el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. El magnicidio de Dallas supuso un hito en la mítica historia norteamericana y fue un jarro de agua fría para la confiada e ingenua sociedad americana que vivía aquellos días uno de los mandatos presidenciales más esperanzadores y carismáticos de la historia de aquel país.
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