Por primera vez desde la Revolución Industrial de principios del siglo XIX, se reduce de forma sostenida la pobreza extrema, al tiempo que disminuye la proporción de personas que viven bajo el umbral de la pobreza (con menos de un euro al día). Lo cual se explica por el notable crecimiento de China, India y otros países asiáticos y constituye un motivo para la esperanza, porque la desigualdad excesiva tiene efectos nefastos, como también los tiene la igualdad extrema.
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