Probablemente, el factor fundamental que desencadenó la irremisible transformación de los primitivos homínidos hasta llegar a los evolucionados prototipos humanos del siglo XXI fue la capacidad de dominar el sueño y, a diferencia de los animales que duermen a cualquier hora del día, adquirir la capacidad de agrupar a conciencia durante la noche las horas dedicadas al sueño en un solo bloque y destinar el resto de la jornada a otras actividades como correr, cazar y, sobre todo, pensar.
Comentar este post