Las numerosas denuncias sobre la presencia de carne de caballo en productos que, según el etiquetado, deberían contener exclusivamente ternera, ponen de manifiesto que, pese a la numerosa normativa existente, los consumidores europeos estamos en manos de unas autoridades que primero niegan, luego aceptan y finalmente minimizan cualquier escándalo relacionado con nuestra alimentación.
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