Para muchos ciudadanos europeos la situación actual se está convirtiendo en insoportable y la crisis económica ha empeorado todavía más esta circunstancia. Instalados en la comodidad del mundo desarrollado, los ciudadanos europeos hemos globalizado la indiferencia y nuestros gobiernos han abandonado la lucha contra las desigualdades confiando ciegamente en una legislación que lejos de controlar la inmigración ilegal sólo ha contribuido a acentuar, aún más, la tragedia que se vive en nuestras fronteras.
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