España es incapaz de ofrecer a los jóvenes su primer empleo y facilitarles una oportunidad laboral, ofreciéndoles la emigración como única salida. Con este panorama es entendible la sensación de frustración que embarga a los jóvenes españoles. Antes ellos se presenta un terrible dilema: optar por emigrar y explotar su potencial en el extranjero, o quedarse en un país que infravalora sus capacidades, resignándose a formar parte de la enorme lista de parados.
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