La corrupción generalizada que se ha adueñado de todas las instituciones, la falta de escrúpulos demostrada por quienes han hecho de la política su medio de vida y la infamia de quienes han utilizado el poder otorgado por el pueblo en su propio beneficio, han alejado la política de los ciudadanos y ha puesto a todos los políticos, sin distinción, en el punto de mira del escrutinio público. A estas alturas del juego, los partidos políticos no tienen autoridad moral para resolver un problema que no han sabido solucionar en varias décadas.
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