Después de 40, 50 y hasta 60 años trabajando como bestias, sufriendo en muchos casos la separación de sus familias y la dureza de la emigración en busca del sustento de los suyos, por fin, con un poco de suerte y si la salud se lo permitía, les llegaba el consuelo de una jubilación placentera. Ahora todo se tambalea y el futuro de las pensiones parece que no esta asegurado.
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