Después de haber cumplido todo lo que se les exigía, de haberse formado académicamente hasta convertirse en la generación mejor preparada, nuestros jóvenes se encuentran con un negro horizonte, con un país que les niega cualquier esperanza de trabajo y se limita a abrirles las fronteras y sugerirles la emigración forzosa, disfrazada con el eufemismo de “movilidad exterior”.
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