Periódicamente, y siempre de manera recurrente en los momentos de dificultad, se repite machaconamente el mensaje sobre la necesidad de eliminar la burocracia, de lo cual se deduce que, o bien no se sabe cómo realizar dicha reforma o que la magnitud de la misma alcanza unas dimensiones colosales. Actualmente, y al amparo de la delicada situación en la que se encuentra nuestro país, se intenta utilizar la gravedad de la crisis económica como instrumento para recuperar subrepticiamente las competencias que el Estado transfirió a las autonomías. Por eso son cada vez más las voces que se oyen a favor de la reversión de las competencias al Estado. Son las mismas que proclaman que, si tal cosa no es posible, entonces que se haga por la vía de los hechos consumados y en nombre de la crisis, que es un argumento difícil de combatir.
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