Nuestra sociedad es como el cristal, por la fragilidad de las creencias y los gestos que defendemos con la fe del converso y por la transparencia a la que hemos quedado sometidos. Todo ello gracias a las nuevas tecnologías de la información y a las redes sociales. Ahora, con creciente preocupación, empezamos a comprobar que cualquier conversación que tengamos puede ser oída, grabada y difundida a los cuatro vientos, sin que sea preciso recurrir a los servicios de una empresa de espionaje.
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