Las deudas adquiridas que no se pueden pagar son, a día de hoy, la causa de la ruina de millones de familias, de empresas y hasta de gobiernos. Una lamentable situación que se está reproduciendo actualmente en todo el sur de Europa y que está teniendo como consecuencia un brutal recorte de las prestaciones y ayudas previstas para las personas más desfavorecidas de nuestra sociedad, lo que supone un golpe de gracia para muchas de ellas, en un momento en que la crisis las ha dejado totalmente desamparadas. La excusa de la crisis económica no puede servir para jugar con la dignidad de las personas, sobre todo de aquellas que disponen de menos recursos. No estamos sólo ante un problema económico, se trata, sobre todo, de un problema social.
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