Avalar los golpes de Estado contra los regímenes democráticos es peligroso. Aunque eso mismo lo hacen aún hoy muchas personas en España cuando justifican a los generales que se alzaron en armas contra la Segunda República porque no estaban de acuerdo con las políticas que se impulsaban. Que la democracia debería ser sagrada, es algo que ya deberíamos tener claro a estas alturas de la historia.
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