Basta hacer una visita a un hospital o a cualquier centro sanitario para captar el malestar de muchos médicos, trabajadores y usuarios; una desazón que se percibe en los ánimos de los profesionales, en las largas colas y en la calidad del servicio. Algún día, cuando esta tormenta haya pasado, nos podremos felicitar por la capacidad de resistencia, de adaptación y de superación que habremos demostrado. Crecerse ante las dificultades es un síntoma de pueblo grande, no sólo en términos de esfuerzo sino, sobre todo, en términos de calidad humana.
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