Es necesario depurar responsabilidades y realizar una renovación profunda de la clase política, como paso previo a la dignificación de la vida pública para que el ejercicio de la política vuelva a ser un instrumento al servicio de la ciudadanía, porque el lodazal de la corrupción ha puesto sobre la mesa el descrédito de las instituciones y la necesidad de hacer una política más cercana al ciudadano.
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