En otros tiempos, cuando el sistema hacía aguas, desde dentro o de los márgenes surgían iniciativas de gente decidida a cambiarlo. Quienes las encabezaban eran personas dotadas de una visión del mundo más completa y de una virtud más alta que las que poseían los dirigentes del sistema caduco. Se alzaba una virtud nueva contra una forma viciada de hacer las cosas, y era así como la alternativa al sistema se materializaba. Ahora, en cambio, no se ve en el horizonte a nadie con el ascendiente moral necesario para orientar una reforma de las leyes o para escarmentar a los culpables de tanta ruina.
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