La necesaria e inaplazable renovación de ideas y de personas son las únicas herramientas válidas para recuperar la ilusión por un proyecto maltrecho y tocado de muerte. Cuando los políticos dejan de tener los pies en el suelo, cuando se pierde el contacto y la cercanía de la gente, cuando los problemas de la ciudadanía se perciben como algo lejano, cuando se es incapaz de analizar y entender el mensaje de los ciudadanos en las urnas, pasa lo que pasa.
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