Los políticos, cuando tienen la responsabilidad de gobernar, consideran que quién manda tiene la obligación de hacer lo que le viene en gana. Durante mucho tiempo la “razón de Estado” se ha antepuesto a cualquier otro razonamiento, por sensato que fuera, y se ha utilizado como excusa para avalar grandes proyectos faraónicos sin necesidad de que, previamente a su ejecución, se realizara el lógico análisis económico que relacionara el coste con el beneficio y que tuviera en cuenta la rentabilidad futura del proyecto.
Comentar este post