Dejó de ser una mujer anónima cuando perdió a su hijo Daniel en los atentados del 11-M en Madrid y se convirtió en la voz de los familiares de las víctimas durante la comisión parlamentaria que se creó para analizar aquellos hechos y cuyas conclusiones todavía hoy provocan sonrojo al leerlas. Pilar Manjón es un ejemplo de dignidad, de valentía y de lucha y, desde aquel momento en que se convirtió en la cara y la voz de las víctimas de aquella masacre, se ha convertido en el blanco de insultos, amenazas y ataques inmisericordes provenientes de energúmenos en los que únicamente habitan la intransigencia, el rencor y la intolerancia.
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