Aunque parezca una obviedad, conviene recordar que nadie está obligado a entrar en política, pero a quienes se deciden a dar ese paso debería exigírseles, entre otras muchas cualidades, que tuvieran la voluntad de trascender. España necesita políticos que no eludan la responsabilidad de tomar decisiones por miedo a “quemarse” y que ello suponga el final de su carrera pública.
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