Seguramente habrá en España muchas personas a quienes no les importaría amontonar cien monedas de un céntimo, o cincuenta de dos céntimos y, con el euro resultante, comprar una barra de pan para llevarse a la boca y saciar su hambre. Posiblemente a millones de personas en este país no les importaría contar y gastar esas monedas que para ellos serían una posibilidad de comer todos los días y que para otros parecen suponer una incomodidad y un estorbo en sus bolsillos.
Comentar este post