Muchos egipcios pensaban que la situación de su país mejoraría con la salida de Mubarack y su corrupta administración, sin embargo su sustituto se demostró como un gobernante incapaz de satisfacer las demandas ciudadanas, de mejorar la situación económica y de mantener la cohesión del país y de sus habitantes. Aún así, Mohamed Mursi fue el primer presidente egipcio elegido democráticamente, y eso le confirió una legitimidad enorme.
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